La Trampa de Hacer Trampas

 Hubo una vez en el país de los 64 Escaques un pequeño  ratoncito que quería ser el Rey del Ajedrez, su nombre Gujito.

Gujito era muy vago y no le gustaba la lectura, siempre estaba tratando de superar a los demás cuando jugaba al ajedrez. No le importaba nada de lo que tuviera que hacer para ganar. El era muy veloz con sus patas, jugaba tan rápido que a veces colocaba las piezas en las casillas incorrectas y si alguien se daba cuenta, debatía sin parar, argumentando lo que fuera para salirse con la suya y ganar la partida. Para él nada era más importante que ganar, por esto hacía lo necesario para ganar, aunque esto lo llevara a hacer una que otra trampita, que a su parecer eran de poca importancia mientras ganara.

Un día decidió que si se convertía en árbitro podía conocer mejor el deporte y ganar más partidas, pero había un problema, para ello necesitaba aprender y para aprender necesitaba leer y a Gujito no le gustaba para nada la lectura.

Un día intentó pasar el examen de arbitraje y no pudo porque no tenía el conocimiento necesario, solo sabía jugar y eso no era suficiente para aprobar su examen. El quería convertirse en arbitro, pero cómo hacerlo sin leer el manual. Gujito intentaba pensar y no podía encontrar una respuesta a su dilema, entonces a su mente llegó una idea y decidió que esa era la mejor manera de pasar el examen: "Buscaría a alguien que ya fuera arbitro, le preguntaría sobre el examen y copiaría sus respuestas en el papel".

Ese día Gujito comenzo su camino rumbo a su tan deseado sueño de convertirse en el mejor arbitro de ajedrez, solo que lo haría con la ayuda de alguien, pues para Gujito, hacer una trampita no era nada malo mientras lograra su objetivo.

Pasaron las semanas y Gujito estaba ansioso esperando los resultados del examen. Todos los días iba al club Waka Waka a jugar partidas de ajedrez rápido, porque lo rápido era lo suyo y allí se sentía el Rey del Ajedrez. En aquel lugar, su juego era impresionante, su velocidad incuestionable y sus victorias la orden del día. Aunque una que otra vez llegaba alguien que lo sarandeaba en el tablero, pero él se vitoreaba, se alababa y decía mil disparates para que nadie recordara que había perdido. Así pasaron las semanas y los resultados del examen llegaron con un resultado positivo. Se había convertido en arbitro.

Gujito comenzó a arbitrear y cometía muchos errores, algunas personas fueron perjudicadas por sus deficiencias en conocimiento, pero esto a nadie le importaba, porque la gran mayoría de los jugadores, no conocían muy a fondo las reglas del juego y para ellos Gujito era el que Masticaba el Chicle y masticar chicle era ser el más que sabía.

Día a día iba arbitreando y jugando, jugando y arbitreando en un torneo aquí y allá hasta que un día se le ocurrió la brillante idea de ser el Regente del Ajedrez. Su deseo de poder lo había llevado lejos y él sentía que podía hacer mejor lo que otros ya estaban haciendo bien pero, como poder llegar a ser Regente sin conocimiento. Otra vez Gujito recurrió a sus ideas pequeñas y decidió ganar las elecciones a cualquier costo.

Un día jugando en el Waka Waka se le acercó una persona y le dijo; "Tu quieres ser Regente, eso es muy fácil, solo tienes que alterar el orden en la elección". Pero como altero ese orden, como hago para ganar y de repente una idea llegó a su mente: compraría un gran número de mebresías de Ajedrez y pondría a sus familiares y amigos a votar.

De inmediato su plan comenzo a tomar forma, se puso en comunicación con otro ratón llamado Pier Lui y le propuso la idea de darle un puesto en la directiva. Pier Lui, era un ratóncito con mucho conocimiento, pero con poca iniciativa y vio en el plan de Gujito una manera de llegar a ocupar un puesto importante y lograr influenciar a muchos con su ajedrez y a su vez lograr sus sueños de arbitro internacional. Así que Pier Lui también compró membresías y las repartió entre sus familiares y amigos para que todos votaran por él y Gujito.

Llegado el día de la elección el lugar de las votaciones se llenó de familiares y amigos de Gujito y Pier Lui que nadie jamás los había visto en elgún torneo. Ese día votaron hasta las abuelitas, porque para Gujito y Pier Lui, cualquier cosa era válida por el bien del ajedrez. Ese día indiscutíblemente se proclamaron ganadores. Se hicieron alianzas con otros ratoncitos y ratoncitas que aunque no tenían la mas mínima idea de lo que iban hacer, todos eran lacayos de Gujito y ser un amigo del Gujito era lo máximo, pues pensaban que el conocimiento lo irían adquiriendo por osmosis y así, podrían ser grandes en el ajedrez. Lo que no sabían sus amigos, era que el Gujito había hecho trampas para poder ganar la elección y ahora tendrían que asumir una responsabilidad en un cargo para el que no estaban preparados, pues dirigir, va mucho mas allá que saber jugar.


Continuará


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