Niños Sin Rostro
En Puerto Rico y en el mundo entero existen cientos de miles de niños con unas necesidades muy distintas. Niños que hemos marginado, olvidado y hasta discriminados de la sociedad. Los llamamos angelitos, sorditos, muditos, cieguitos, cojitos, parapléjicos, autistas y toda clase de estereotipos que no se acercan tan siquiera a definir quienes en realidad son; niños con una capacidad de aprendizaje muy diversa a la nuestra.
Estos niños viven un dia a dia enfrentando la ignorancia de la sociedad que los margina con su ay bendito, el cual ni siquiera es bueno para ellos. Viven en la espera de una esperanza imaginaria que nadie se atreve a romper. Viven esperando un milagro, el milagro de tener su propia identidad. Son niños sin rostro que no vemos pues nos centramos en observar su condición, discapacidad, impedimento o como sea que los expertos del momento decidan llamarles. Porque ni en eso se ponen de acuerdo, cuando la realidad es que cada uno de ellos tiene un nombre y apellido que los hace ser ellos mismos.
Ya es hora de dejar a un lado los estereotipos del pasado, creados por especialistas en vivir de sus diversas condiciones. Romper con la dejadez de pensar que porque el Dr. Fulanito dice o la Dra. Fulanita establece o dice algo, lo tomamos como norma eterna de aprendizaje; mientras hagamos eso, ellos seguirán sin tener un rostro propio que mostrar al mundo.
Dejemos de llamarlos especiales, porque especiales son las pizzas. Dejemos de llamarlos diferentes, porque diferentes somos todos. Olvidemos el antagonismo de creer saber, o querer probar quien tiene la razón, porque en el transcurso, son ellos los que sufren nuestra ignorancia.
Busquemos proveer sus necesidades de aprendizaje, sin querer marginarlos o encajonarlos en un sistema creado por alguien que probablemente, solo se dedico a estudiarlos y querer curarlos de algo que no necesita cura. Centrémonos en darles las herramientas necesaria para que puedan ser ellos mismos y no un monigote que el sistema se encargo en decir como debe actuar.
La verdadera igualdad esta en aceptar nuestra diversidad. No hay igualdad en la equidad. Cada niño es tan diverso como la arena de una playa y tan similar al agua y el aceite. Dejemos de querer encajonarlos con un aprendizaje estereotipado, basado en pensamientos de un individuo que ni siquiera es como ellos y que busca ser famoso por haber encontrado el método mas sofisticado para tratar una necesidad muy simple, la necesidad de ser aceptado tal y como es.
Mientras sigamos pensando que son diferentes, mientras continuemos usando el "ay bendito", mientras no dejemos de buscar diferencias para agruparlos en categorías de condiciones, jamás podrán tener un rostro propio.
Comencemos por darles lo necesario para su sustento. Comencemos creando leyes que primero que todo le exijan a sus padres RESPONSABILIDAD Y COMPROMISO para con ellos, pues ellos primero que todo no son hijos del estado. Tienen un padre y una madre que deben ser responsables y comprometidos y luego le exigimos al estado que provea lo necesario. No podemos hablar de derechos sin tocar primero las responsabilidades que van en orden: Familia, Estado, Escuela. Cuando hagamos estas cosas, ya no serán necesarias las leyes que los protejan, porque estaremos dejando de discriminarlos y estaremos reconociendo que cada uno lleva un nombre que le da identidad.
Se que mi forma de pensar traerá muchos comentarios negativos y muchos trataran hasta de desacreditarme, pero eso es lo bueno de no ser un doctor en la materia, no hay mucho por desacreditar.
Se que hay un grupo de profesionales que concuerdan con mi forma de pensar y de obrar y están haciendo la diferencia en sus respectivas áreas de trabajo. Sigan dando la milla extra, por ustedes y por nuestros niños, seguiremos trabajando. Siempre lo he dicho y me reitero en mis comentarios: " Las marchas son buenas, pero trabajar es mejor."
Démosle un nombre a cada ser, a cada individuo que existe en esta sociedad. Llamémosle: Juan, María, Juliana etc. y dejemos de discriminarlos por su condición. Solo así dejaran de ser niños sin rostros.
Johnny Berrios
Estos niños viven un dia a dia enfrentando la ignorancia de la sociedad que los margina con su ay bendito, el cual ni siquiera es bueno para ellos. Viven en la espera de una esperanza imaginaria que nadie se atreve a romper. Viven esperando un milagro, el milagro de tener su propia identidad. Son niños sin rostro que no vemos pues nos centramos en observar su condición, discapacidad, impedimento o como sea que los expertos del momento decidan llamarles. Porque ni en eso se ponen de acuerdo, cuando la realidad es que cada uno de ellos tiene un nombre y apellido que los hace ser ellos mismos.
Ya es hora de dejar a un lado los estereotipos del pasado, creados por especialistas en vivir de sus diversas condiciones. Romper con la dejadez de pensar que porque el Dr. Fulanito dice o la Dra. Fulanita establece o dice algo, lo tomamos como norma eterna de aprendizaje; mientras hagamos eso, ellos seguirán sin tener un rostro propio que mostrar al mundo.
Dejemos de llamarlos especiales, porque especiales son las pizzas. Dejemos de llamarlos diferentes, porque diferentes somos todos. Olvidemos el antagonismo de creer saber, o querer probar quien tiene la razón, porque en el transcurso, son ellos los que sufren nuestra ignorancia.
Busquemos proveer sus necesidades de aprendizaje, sin querer marginarlos o encajonarlos en un sistema creado por alguien que probablemente, solo se dedico a estudiarlos y querer curarlos de algo que no necesita cura. Centrémonos en darles las herramientas necesaria para que puedan ser ellos mismos y no un monigote que el sistema se encargo en decir como debe actuar.
La verdadera igualdad esta en aceptar nuestra diversidad. No hay igualdad en la equidad. Cada niño es tan diverso como la arena de una playa y tan similar al agua y el aceite. Dejemos de querer encajonarlos con un aprendizaje estereotipado, basado en pensamientos de un individuo que ni siquiera es como ellos y que busca ser famoso por haber encontrado el método mas sofisticado para tratar una necesidad muy simple, la necesidad de ser aceptado tal y como es.
Mientras sigamos pensando que son diferentes, mientras continuemos usando el "ay bendito", mientras no dejemos de buscar diferencias para agruparlos en categorías de condiciones, jamás podrán tener un rostro propio.
Comencemos por darles lo necesario para su sustento. Comencemos creando leyes que primero que todo le exijan a sus padres RESPONSABILIDAD Y COMPROMISO para con ellos, pues ellos primero que todo no son hijos del estado. Tienen un padre y una madre que deben ser responsables y comprometidos y luego le exigimos al estado que provea lo necesario. No podemos hablar de derechos sin tocar primero las responsabilidades que van en orden: Familia, Estado, Escuela. Cuando hagamos estas cosas, ya no serán necesarias las leyes que los protejan, porque estaremos dejando de discriminarlos y estaremos reconociendo que cada uno lleva un nombre que le da identidad.
Se que mi forma de pensar traerá muchos comentarios negativos y muchos trataran hasta de desacreditarme, pero eso es lo bueno de no ser un doctor en la materia, no hay mucho por desacreditar.
Se que hay un grupo de profesionales que concuerdan con mi forma de pensar y de obrar y están haciendo la diferencia en sus respectivas áreas de trabajo. Sigan dando la milla extra, por ustedes y por nuestros niños, seguiremos trabajando. Siempre lo he dicho y me reitero en mis comentarios: " Las marchas son buenas, pero trabajar es mejor."
Démosle un nombre a cada ser, a cada individuo que existe en esta sociedad. Llamémosle: Juan, María, Juliana etc. y dejemos de discriminarlos por su condición. Solo así dejaran de ser niños sin rostros.
Johnny Berrios
Excelente planteamiento!!
ResponderEliminarGracias. De donde nos visita.
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