Hubo Una Vez III Parte


“Alondra”, escucho su nombre pronunciado por aquella voz tan familiar. Aquella voz que tantas veces la hizo soñar estaba llamándola. ¿Cómo podía ser esto? Justo ahora aquella voz que tantas veces  la hizo llorar se encontraba al otro lado del teléfono diciendo:

    • Hola. Soy yo, Raúl. ¿Cómo estás? Te acuerdas de mi.
    • Como no saber quién era. Si llevaba casi una vida queriendo olvidar la ilusión de aquello que siempre quiso fuera y nunca fue. Ese anhelo de abrazarlo, de entregarse perdida a sus brazos aún estaba latente en su interior. Había luchado por muchos años con los recuerdos. Había jurado jamás caer una vez más en su juego, y ahora con tan solo decir hola, había encendido una llamarada de sentimientos que creía casi haber dejado en el rincón del recuerdo.
      -Sigues ahí. Contéstame. Llevo mucho tiempo buscando encontrarte y al fin doy contigo. ¿Podemos hablar? Sé que es tarde, pero no podía esperar. Cuándo encontré en google el nombre  “El Angel De La Peña” en una librería supe inmediatamente que tenías que ser tú. Sé que nadie más usaría un nombre así para una librería. Siempre quisiste tener un lugar donde otros vinieran a leer lo que escribes y veo que lo lograste. Bueno dime, ¿Cómo te va? ¿Ya te casaste?
      Así pasaron las horas. Ella en el silencio de unas pocas palabras y él en el orgullo de querer nuevamente aprisionarla en sus brazos. Alondra revivió por varias horas tantas emociones, tantos recuerdos que poco a poco cobraban vida, hasta que ya casi el sol se asomaba, sin que ella supiera que más bien caía la noche nuevamente en su vida. Terminaron la conversación y ella se puso a escribir. Había regresado la musa inspiradora que despierta el intelecto y hace que la mano busque lápiz y papel y le de vida a pensamientos como este:
      Me viniste a decir
      Que llevo mucho tiempo
      Sin buscarte, sin hablarnos, sin compartir
      Me llamaste y allí
      Reímos con cada cuento
      Recordando el ayer,
      anhelando volver a otro momento
      Y es que la vida es así,
      querido amado mío.
      No es tan solo existir,
      hay que empeñarse en reír
      sentir, amar, compartir
      porque
      Mientras más se vive menos tiempo queda.
      Para ir andando por viejas veredas,
      y es la vida un camino para cantar
      Me viniste a decir
      Que en verdad es corta la vida
      y una lágrima surgió, por mi mejilla bajo,
      como un recuerdo
      Me viniste a decir, que llevamos ya mucho tiempo…
       Ella se fue a dormir o más bien a soñar con todo lo que siempre quiso. Esa fantasía, esa ilusión, una vez más se asomaba en su vida. Alondra se quedó dormida con una gran sonrisa en sus labios hasta que sonó el despertador, anunciándole que había que ir a trabajar. Estaba tan cansada que de un zarpazo apago aquel inquietante ruido que intentaba devolverla a la realidad y continúo durmiendo por unas horas más.
      IV
      Eran ya las 7 30 am y Hubo Una Vez se encontraba desayunando muy ansioso. Quería salir muy temprano hoy para sorprender a Alondra parado frente a la puerta de su trabajo. Había trabajado hasta muy tarde en uno sencillos versos que describían muy bien su encuentro casual de la tarde. Quería dejarle saber que desde aquel breve momento en el parque, bajo la sombra del flamboyán, sus pensamientos no habían parado de brotar como un inquieto manantial de ideas que se inspiraban en su sonrisa. Aquella tierna sonrisa que hoy, acaparaba sus emociones al punto de hacerlas de ella y no suyas.
      Mientras salía rumbo a la librería llevaba en sus manos aquel papel donde la noche anterior plasmo su sentir de esta forma:
      Debo estar muerto
      pues semejante belleza
      solo se encuentra
      junto al creador en el cielo
      Mas sé que vivo, pues mi anhelo
      es quedarme inmerso en tus sentidos.
      Que tu sonrisa sea mi destino
      al despertarme cada mañana
      Que tu voz sea en mí una nana
      que me apacienta, pero despierta
      el deseo palpable de mis sentidos
      de estar despierto, pero rendido
      a la magia de cada momento
      Estoy frente a ti, en mi silencio
      observándote soñar quieta y callada
      y todo mi sentir tú lo reclamas
      para ti, para mí, para el tiempo
      Hubo Una Vez sabía que esta vez no dejaría en manos del tiempo lo que sentía. Quería sorprender a Alondra frente a la puerta de su trabajo con su poema en las manos y regalarle aquel humilde sentir, aquel sencillo pensamiento. Así que caminó hasta la librería, se paró frente a la puerta y esperó.
    • Johnny Berríos

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