Hubo Una Vez Parte II
Esa noche en su casa Hubo Una Vez no paraba de pensar en aquel extraño encuentro con Alondra. Aquella hermosa poesía había acaparado su pensamiento de forma tal que decidió sentarse a escribir. Fueron muchas las palabras que brotaron en su mente, pero todas ellas de una forma u otra llevaban plasmado como una firma el nombre de Alondra.
Mi día fue espectacular
Al escuchar tu dulce voz
Al conocer tus pensamientos
Y perderme en tu sol
Quise brindarte el corazón
Y quedarme allí,
perdido en el momento
cantar contigo una canción
que narrara en ella nuestro encuentro
eres luz ahora en mi noche
de tan solo pensar en ti
que se quedo grabado tu nombre
como una flor de alelí
Después de escribir aquel pequeño poema Hubo una Vez se acostó a dormir pensando que por primera vez se iba a la cama sin pensar en que haría al próximo día. Esta noche sus emociones y sus sentidos, y quien sabe si hasta sus sueños, giraban en torno de una sola persona; Alondra.
En la mañana Hubo Una Vez se levanto con una mirada muy especial, esa mirada de aquel que siente en su interior que ha llegado a su vida alguien poco común, se levanto con ganas de salir a disfrutar de aquel hermoso día que el Señor le había regalado.
Esa mañana todo parecía diferente para el, la brisa, el sol, las nubes, el cantar de las aves y hasta su persona. Hacia mucho que no me sentía así, pensó y en aquel momento recordó su encuentro con Alondra. Caminaba como en un sueño, su mente divagaba en todo y en nada y su cuerpo parecía como aprisionado por una extraña sensación que comprimía su corazón de forma tal que respiraba dando suspiros. Fue entonces que vino a su mente algo que había escrito hacía ya mucho tiempo:
Quien puede entender los pensamientos,
O como funciona la realidad
de aquel que esta enamorado
Solo Dios puede entenderlo
porque por amor su hijo fue sacrificado
Quien puede sentir sin estar al lado
De esa persona que acapara los sentidos
Y se hace dueña de todo lo vivido
Para borrar de ti toda huella del pasado
Quien puede entender lo que digo, lo que pienso,
Solo lo sabe aquel que se siente amado
Que extraño es sentirse así, no saber ¿Por qué? piensas en esa persona. No saber ¿Por qué? Sueñas, cantas, ríes, vives, lloras, sientes y absolutamente todo es en torno a esa personita tan especial que con tan solo una mirada nos perdemos en sus ojos y al verla sonreír, sentimos que se derrumba todo en nuestro cuerpo y con tan solo un te quiero se vuelve a construir de nuevo. Así se sentía Hubo Una Vez y mientras caminaba por el pueblo todos lo miraban, porque en aquella mañana había algo en su mirada que hasta los que le rodeaban podían sentir su felicidad.
Mientras tanto, allá en la librería estaba Alondra limpiando los anaqueles y pensando que hacer en la tarde. Hoy trabajaría solo en la mañana, cerraría la tienda temprano e iría a caminar un poco por la playa, o simplemente se sentaría bajo la sombra de un árbol en el parque. En realidad no sabia que haría en definitivo, pero de algo estaba segura, ese día quería hacer algo diferente. Romper la rutina diaria para distraerse y olvidar un poco su pasado. Dejar a un lado los recuerdos de aquel amor que no la supo comprender, pero que aun no lograba sacarlo de su corazón. Ella quería olvidar, ella quería sanar, pero la costumbre era más fuerte que su razón. Trataba en vano de en las noches no pensar en el, pero siempre el recuerdo la hacia esclava del sentimiento y terminaba por llorar, terminaba recordándolo, pensándolo, amándolo en silencio. Hoy intentaría distraerse para no pensar en el y no querer perderse en sus brazos.
Llegada la tarde cerró la tienda y comenzó a caminar sin rumbo. En realidad no sabía a donde iba, pero estaba segura que no quería estar en la tienda, cualquier lugar seria mejor, así que siguió caminando hasta llegar al parque. Aquel parque donde por primera vez, bajo la sombra de un árbol, sus labios lo besaron.
Se sentó en el mismo lugar. Nada había cambiado. Hasta las aves parecían cantar la misma canción de aquel día, sus ojos se aguaron, sus manos temblaban y una lágrima acaricio suavemente su mejilla. Cerro sus ojos abrió sus brazos, como tratando de revivir aquel momento, y hasta creyó sentir el calor de su tibio cuerpo. Su mente le jugaba trampas, estaba recordando lo que deseaba olvidar, pero era tan hermoso poder sentirse así que se quedo presa del recuerdo, hasta el punto de creer sentir su presencia. Abrió sus ojos y se sorprendió al ver que Hubo Una Vez se encontraba parado frente a ella sin decir nada, solo observándola soñar despierta.
¿Qué haces aquí?, pregunto Alondra.
Estaba caminando por el parque y te vi aquí, sola, callada y quise saludar, pero al verte tan tranquila pensé que meditabas y no te quise interrumpir, le respondió Hubo Una Vez.
¿Llevas mucho tiempo ahí?
Pues solo unos minutos, perdona si interrumpí.
Tranquilo, nada que perdonar, llegaste en el momento mas indicado créeme. Siéntate y disfruta un poco de esta paz.
Gracias creo que necesito descansar un poco, llevo mucho rato caminando pues vivo bastante distante de aquí, pero me encanta tanto este parque que no me importa la caminata. Le respondió Hubo Una Vez mientras se sentaba. En que estabas pensando Alondra, parecías muy relajada.
Pues la verdad, preferiría no hablar de eso, es un rollo que tengo que resolver yo misma, nada de importancia.
Pues si no es de importancia déjalo a un lado y continua viviendo porque de lo contrario se te ira la vida en cosas sin importancia y no serás feliz.
Gracias amigo, intentare seguir tu consejo. Yo siempre digo que se puede ser feliz sin importar por lo que estés pasando. Todo es cosa de decidir que la felicidad esta en nosotros y que nadie ni nada puede arrebatártela a menos que tu se lo permitas.
Eso es muy cierto. Sabes, es la primera vez que te veo sonreír y perdona que te lo diga, pero deberías hacerlo más a menudo. Verte sonreír me hace recordar el amanecer.
Gracias, eres todo un galán amigo mió.
Me gustaría me permitieras leerte algo que escribí hace mucho y siento que se asemeja mucho a ti Alondra.
Te imagino sentada a mi lado
Recostada en mi hombro
Mi guitarra en la mano
Y yo tirandole al viento
unas cuantas palabras de amor
Voy mirando tu rostro y mis ojos
Se me pierden en el sentimiento
que te trae con la brisa
y mi cuerpo acaricias
arropándome con tu calor.
Y yo pienso en ti
Y te siento a mi lado aunque no estés conmigo
Pienso en ti
Voy buscando la forma de ser más que un amigo
Y yo pienso en ti
Cuando miro al cielo y te veo en cada estrella
Pienso en ti
En tu cara de Ángel y esa sonrisa bella
Pienso en ti
Y me duermo en las noches con un profundo dolor
Pensando solo en tu amor.
Te imagino conmigo en todo momento
Robándote un suspiro
En cada segundo de tiempo
Y así estar a tu lado
en cada puesta de Sol
Es muy bonito, gracias. Le respondió Alondra mientras se ponía en pie. He pasado un momento muy agradable contigo, pero ya debo irme amigo. Espero volver a verte nuevamente y que podamos conversar con un poco mas de tiempo.
Si claro me encantaría, anota mi teléfono y me llamas en la noche si deseas. Le respondió Hubo Una Vez mientras se ponía en pie al lado de Alondra.
Es muy rápido para que te este llamando apenas te conozco y no es que no me agrade hablar contigo, pero necesito tiempo.
No tengas miedo puedes llamarme en confianza, insistió Hubo Una Vez.
Se que eres una buena persona, pero por favor, no me empujes que yo camino. Si esta de Dios que volvamos a encontrarnos así será, además tu sabes donde trabajo. Cuídate y que Dios te bendiga amigo mió.
Alondra se despidió y mientras se alejaba, Hubo Una vez la observaba caminar. Se quedo allí quieto, callado, sin decir nada, solo observándola caminar. Una tarde perfecta, pensó y nuevamente sintió en su interior que había algo en aquella hermosa poesía que le daba tanta paz. Sintió en aquel momento que había algo creciendo dentro de su cuerpo que era inspirado por Alondra. Al verla caminar, alejándose de él pensó que estaba observando el mas bello atardecer. Pensó que el tiempo ahora no pasaba igual, era como si al estar al lado de Alondra la vida transcurría de otra manera.
Ella se perdió en la distancia y el suspiraba mientras caminaba hasta su hogar. Una tarde perfecta había terminado igual que como comenzó; solo, caminando con el viento a su lado, la mirada perdida en el camino, sus pensamientos perdidos en el tiempo y sus sentidos arropados por la magia de algo que parecía amor.
Esa noche Alondra en su casa cantaba de alegría al recordar aquel extraño encuentro en el parque con Hubo Una Vez. Que extraña sensación acaparaba sus sentidos. Parecía que volaba, que no pisaba el suelo, que estaba en una especie de trance del cual no quería salir. Sus pensamientos en completo desorden, su mirada perdida en los recuerdos de una tarde maravillosa y sus pensamientos apegados al dulce sonido de aquella voz que ahora susurraba en su cabeza como un eco interminable que le decía puede que sea amor.
Seguía metida en aquel letargo hasta que sonó el teléfono, pensó no puede ser que sea él, no recuerdo haberle dado mi numero, pero la realidad es que deseaba en su interior habérselo dado. Caminó hasta la pequeña mesita de noche donde se encontraba su teléfono y al contestar sus ojos se abrieron como dos luceros en la noche y su cuerpo se erizo al escuchar la noticia.
Continuará
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