No Existe Un Hombre Mas Rico
No hay en este mundo un hombre más rico que aquel que tiene miles de amigos.
Tengo amigos de la infancia, con quienes viví momentos inolvidables que no se habrán de repetir. Con ellos compartí travesuras, juegos, educación, aventuras y todo lo bueno de mi infancia y mi desarrollo en la sociedad. Esos locos bajitos que vivimos cuando apenas comenzaba a asomarme a la vida. A ellos les debo tanto y con alguno de ellos aún hablamos o chateamos de vez en cuando y hasta nos vemos o nos encontramos en la calle de vez en cuando.
Tengo amigos de la música. Esos que buscábamos ensmorar la vida y con una guitarra u otro instrumento, dábamos notas armónicas para liberar el estres o adornar el aire con nuestros sonido. Con ellos he vivido tanto en tan poco. Son muchas las corcheas que apresuramos, son muchas las redondas que tal vez alargamos, son muchos los silencios que hasta alguno ya llegaron. Con ustedes sigo y seguire haciendo ruido porque como dijo Tony Croatto: "Cantando he de morir, cantando me han de enterrar y cantando he de llegar al pie del eterno Padre. Desde el vientre de mi madre, vine a este mundo a cantar.
Tengo amigos de la escuela. Esos con los que aprendí o intercambié ideas, pensamientos y con los que moldee mi conocimiento intelectual. Esos con los que brinque y salté y hasta bailé llegado su momento. Que grandes tiempos aquellos, pensando que podíamos comernos el mundo de un solo bocado. Cuanta ingenuidad, cuanto amor, cuantos momentos.
Tengo amigos del trabajo, esos locos intelectuales que te hacen ver el mundo de otra manera. Esos con quienes te creías un Sócrates o platón y con los que analizabas cada detalle del trabajo realizado para encontrar una forma más eficiente de hacerlo.
Tengo amigos de la iglesia, esos seres espirituales con los que has conocido el amor y la bondad de Dios. A su lado juntos a veces creíamos poder llegar a las estrellas y sentirnos en la presencia del Padre Celestial.
Tengo amigos que ni he visto, porque son cibernéticos. Esos seres con quienes te atreves contarles todo y ser simplemente tú sin miedos ni tapujos. Con ellos he aprendido tanto de este mundo digital.
Tengo amigos en cada uno de los países que he tenido la oportunidad de visitar. Esos amigos que piensan, hacen y hasta se ven muy diferentes a mí, pero que en el fondo en verdad somos iguales.
Tengo amigos que aún ni he conocido. Que viven allá afuera esperando un simple encuentro, una frase, una sonrisa, un simple gesto de amor, para entrar en este fantástico clan de los amigos.
Son tantos mis amigos, que podría estar todo el día escribiendo de ellos. A todos ustedes gracias, porque me han hecho el niño, adolecente, joven, hombre más rico del mundo. Pues que me perdone Donald Trump, Carnegie, Ford, Rockefeller y todos aquellos que piensan ser más ricos que yo, porque la fortuna que yo tengo no se mide con dinero, y se atesora en el corazón.
Tengo amigos de la infancia, con quienes viví momentos inolvidables que no se habrán de repetir. Con ellos compartí travesuras, juegos, educación, aventuras y todo lo bueno de mi infancia y mi desarrollo en la sociedad. Esos locos bajitos que vivimos cuando apenas comenzaba a asomarme a la vida. A ellos les debo tanto y con alguno de ellos aún hablamos o chateamos de vez en cuando y hasta nos vemos o nos encontramos en la calle de vez en cuando.
Tengo amigos de la música. Esos que buscábamos ensmorar la vida y con una guitarra u otro instrumento, dábamos notas armónicas para liberar el estres o adornar el aire con nuestros sonido. Con ellos he vivido tanto en tan poco. Son muchas las corcheas que apresuramos, son muchas las redondas que tal vez alargamos, son muchos los silencios que hasta alguno ya llegaron. Con ustedes sigo y seguire haciendo ruido porque como dijo Tony Croatto: "Cantando he de morir, cantando me han de enterrar y cantando he de llegar al pie del eterno Padre. Desde el vientre de mi madre, vine a este mundo a cantar.
Tengo amigos de la escuela. Esos con los que aprendí o intercambié ideas, pensamientos y con los que moldee mi conocimiento intelectual. Esos con los que brinque y salté y hasta bailé llegado su momento. Que grandes tiempos aquellos, pensando que podíamos comernos el mundo de un solo bocado. Cuanta ingenuidad, cuanto amor, cuantos momentos.
Tengo amigos del trabajo, esos locos intelectuales que te hacen ver el mundo de otra manera. Esos con quienes te creías un Sócrates o platón y con los que analizabas cada detalle del trabajo realizado para encontrar una forma más eficiente de hacerlo.
Tengo amigos de la iglesia, esos seres espirituales con los que has conocido el amor y la bondad de Dios. A su lado juntos a veces creíamos poder llegar a las estrellas y sentirnos en la presencia del Padre Celestial.
Tengo amigos que ni he visto, porque son cibernéticos. Esos seres con quienes te atreves contarles todo y ser simplemente tú sin miedos ni tapujos. Con ellos he aprendido tanto de este mundo digital.
Tengo amigos en cada uno de los países que he tenido la oportunidad de visitar. Esos amigos que piensan, hacen y hasta se ven muy diferentes a mí, pero que en el fondo en verdad somos iguales.
Tengo amigos que aún ni he conocido. Que viven allá afuera esperando un simple encuentro, una frase, una sonrisa, un simple gesto de amor, para entrar en este fantástico clan de los amigos.
Son tantos mis amigos, que podría estar todo el día escribiendo de ellos. A todos ustedes gracias, porque me han hecho el niño, adolecente, joven, hombre más rico del mundo. Pues que me perdone Donald Trump, Carnegie, Ford, Rockefeller y todos aquellos que piensan ser más ricos que yo, porque la fortuna que yo tengo no se mide con dinero, y se atesora en el corazón.
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