Hubo Una Vez (Una Pequeña Historia De Amor)

HUBO UNA VEZ
JOHNNY BERRIOS



Esta es la historia de un cuento que quería contar su vida. La vida de un cuento olvidado que nadie publico jamás.
Dicen que este cuento era solo eso, algo que nunca sucedió, pero te lo voy a contar para que tu al escuchar su historia creas o no si es cierto.

Todo empezó en una lluviosa mañana del mes de agosto. El sol estaba algo cansado y decidió dejar que las nubes jugaran en el cielo. Ellas se divertían tanto que al reír con tanta fuerza hacían ruidos que todos podían escuchar y de tanto retozar sudaban de tal manera que mojaban todo cuanto se encontraba bajo ellas.

Fue en esa misma mañana que nació en el país de los cuentos un cuento, que por comenzar su primera página con un día de lluvia, nadie lo terminaba de leer. A decir verdad todos lo echaban a un lado en la primera oración, porque decían que todo buen cuento tenía que comenzar diciendo: Había una vez…. Por eso y porque su primera oración hablaba de algo que para ellos era feo no lo leían y mucho menos lo dejaban publicar en ningún libro de cuentos para niños. Sin embargo a este cuento le agradaban mucho los niños. Para él estos eran como una gran esponja que absorbía todo lo que veían o escuchaban a su alrededor, además, ellos tenían una cualidad que al crecer de alguna manera perdían o de alguna manera algo la mataba; ellos no guardaban rencor. Se podían molestar con otro niño o un adulto y al rato estar como si nada hubiese pasado. Esa era una de las tantas cosas que le gustaban de los niños, pero los adultos no le dejaban estar cerca de ellos pues pensaban que este cuento era muy sincero al contar las cosas y eso no era bueno para un niño.

Se decía mucho de él. Que su final era trágico, que era muy negativo, que era muy aburrido y muchas cosas mas, pero en realidad nadie conocía lo que el quería decir y mucho menos como terminaba su historia. Todos se conformaban con creer lo que les decían de aquel cuento que vivía siempre solo ya que nadie lo aceptaba en ningún libro. Había algunos que hasta se burlaban de el diciendo que lo escribieron con una tinta transparente y no podían verse sus palabras en un papel. Muchos hacían bromas diciendo que era el producto de una mente enferma y que por eso no tenía familia. Existían tantas historias diferentes, más ninguna se acercaba a la verdad de aquel cuento que se llamaba: Hubo Una Vez.
Pero Hubo Una Vez sabia que en alguna biblioteca o en alguna tienda de libros se encontraba su familia y él estaba dispuesto a encontrarla, pues pensaba que de esa manera lo dejarían publicarse en algún libro. Ese era su sueño y nadie podría robárselo, por eso cada mañana se levantaba muy temprano y recorría todas las librerías, bibliotecas, puestos de revistas y dondequiera que pudiera encontrar un libro, buscando uno que tuviera en él aquella extraña firma que lo distinguía de los demás. El pensaba que si lograba encontrar un libro que tuviera en sus páginas esa firma, eso lo haría un descendiente directo de él y lograría alcanzar su sueño. El leía todo lo que encontraba, buscando encontrar una firma como la suya y así pasaba todo el día de aquí para allá leyendo todo lo que podía.

Llevaba ya muchos años de su vida buscando aquel libro que le pudiera contar sobre su familia y aunque hasta el momento no había conseguido lo que él buscaba, había encontrado mucho conocimiento en las páginas de todo lo que había leído, pero a pesar de todo esto, aun así no lo aceptaban por ser diferente. Muchas veces pensó en cambiar su nombre, rescribir sus páginas y comenzar su historia de otra forma, pero el sabia que eso no era posible, pues dejaría de ser el mismo y eso solo seria vivir una mentira. El tenia que seguir adelante sin importar lo que dijeran los demás.

Hubo una vez en que creyó haber encontrado a uno de los suyos, era un libro de un escritor muy famoso que al parecer había escrito un libro parecido a él, pero todo resulto ser solo una coincidencia de la vida. Durante mas de un mes fue motivo de burla para todos, que le reprochaban el siquiera haber pensado que podía compararse con un libro de un escritor como aquel. Hubo algunos que de tanto reírse de el se les salían las lagrimas y se les mancharon sus paginas y adivinen a quien culparon por el problema. Pero todo esto no lo detenía en su búsqueda, cada vez que algo así le sucedía y sentía deseos de dejar todo al olvido, recordaba aquellas palabras que una vez escucho a alguien decir: “Sigue adelante, no te detengas, no ves que el camino se detiene cada vez que no avanzamos.” Si. Aquellas palabras se habían convertido para él como en una especie de hechizo que lo hacia seguir y no darse por vencido. Había muchos pensamientos en su mente que lo ayudaban a enfrentar sus problemas. Pensamientos que estaban escritos por todo su cuerpo y no le dejaban rendirse, no le dejaban olvidar su sueño. El sueño que lo llevaba a buscar su propia realidad y no a vivir la mentira que los demás querían que él viviera.


“Tal vez el mundo nunca acepte lo que sentimos, porque no saben lo que es el amor verdadero. Tal vez tú y yo nos adelantamos al tiempo y no comprendemos de reglas, ni prohibiciones, pero las aceptamos. Tal vez somos tontos que en vano creemos saber de la vida, saber de el dolor o tal vez sí somos lo que nos creemos y estamos viviendo lo que es el amor.”

Ese era uno de los tantos pensamientos que había leído en su eterna búsqueda de la verdad. Había muchos escritos, pensamientos, poemas y hasta canciones de alguno que otro escritor que al leer sus pensamientos se le quedaban grabados, pues se sentía identificado con ellos.

Una vez conoció a una linda chica de la escuela a la que asistió hace mucho tiempo, de quien se enamoro por primera vez y aquel recuerdo de ese primer amor lo hacia sonreír. Siempre que pensaba en ella se acordaba de algo que pensó escribirle más de una vez para confesarle su amor, pero siempre terminaba guardándolo en su mente.

“No se si es el destino o pura casualidad lo que te pone en mi camino cada mañana. Me intriga tu mirada y ver tu sencilla sonrisa, que es como un sol que brilla ante mi y nuestro entorno. Es interesante no saber que piensas y sentir que me miras, e imaginar fantasías donde tu eres mi todo.”

Aquellas palabras vivirían siempre dentro de él, ya que nunca tuvo el valor de decirle y llegado el momento ella, como todo cuento, partió a una imprenta donde fue publicada y se hizo muy famosa. Todos los niños la adoraban y leían sobre ella, mientras él, pensaba en que habría pasado de haberle contado como se sentía. Tal vez él hubiera sido el príncipe de su historia, pero lo pasado es pasado. Eso si, había aprendido que a veces es mejor dejar a un lado el temor a ser rechazado y expresar lo que sentimos. En ese momento recordó otro de sus pensamientos favoritos;

“En las piedras del camino he aprendido con maestría las enseñanzas de la vida.”

Hubo Una Vez era un cuento de grandes enseñanzas e interminables anécdotas por lo mucho que había vivido. Si, esa era la ventaja que el tenía sobre aquellos otros cuentos que ya todos sabían hasta el mas mínimo detalle de ellos, pues los podían leer en cualquier momento y como Hubo Una Vez nunca había sido publicado, nadie en realidad lo conocía. El a veces sentía lastima por esos cuentos que los publicaban en una y otra y otra edición y ya estaban cansados de tanto que los habían leído. A estos cuentos él los llamaba los clásicos, pues todo el mundo sabia de ellos y se publicaban en varios idiomas y les ponían dibujos para adornarlos. Esto si que a Hubo Una Vez no le gustaba. El pensaba que de esa forma le quitaban el gusto a la imaginación. Por eso, si lo publicaban algún día él no permitiría que lo adornaran con dibujos ni nada por el estilo. Esto le recordó aquel pensamiento que dice:

“Si no puedo demostrar lo que llevo dentro por temor a ser juzgado, entonces para que quiero sentir amor, si no puedo expresarlo.”

Cuanto paz encontraba él en aquellas palabras, tanto que las hacia parte de su diario vivir. Así él veía la vida, como una bola de goma la que al lanzarla al suelo rebota tan alto como la impulsemos.
Y así seguía día a día su camino en busca de encontrar su familia y de alcanzar lo que para todo cuento era su meta final, ser publicado en un libro y que todos le conocieran.

Pero aquel día no llegaba y la vida seguía su camino sin que pudiera siquiera acercarse a tan solo ser escuchado por alguien que se interesara en él. Había vivido mucho tiempo en busca de aquel libro, aquella firma que llevaba en su cuerpo y que nunca antes había visto en ningún libro que él hubiese leído.
Pero esto no lo desanimaba y decidió que en la tarde luego de su siesta continuaría buscando en otra biblioteca.

Una de las cosas que le ayudaban a seguir adelante en su búsqueda era que mientras mas leía, mas conocía de la vida. El se había dado cuenta que con el paso de los años y a través de su extensa búsqueda había adquirido un conocimiento que ningún libro tenia y que poco a poco le había ganado la admiración de otros libros que veían en él una fuente de ayuda para lograr sus metas. Sí, el recordaba aquella vez que ayudo a un joven libro muy talentoso que no sabía como terminar su historia y Hubo Una Vez le dio una idea para su final. Este cuento llego a hacerse muy famoso y aunque nunca le dieron el crédito por su idea, el saber que había hecho algo bueno para ayudar a otro a conseguir su sueño le llenaba de satisfacción.

Llegada la tarde y después de su merecida siesta se dirigió a una librería muy antigua de la que muchos libros hablaban y soñaban con estar en ella. Hubo una vez nunca la había visitado porque pensaba que allí nunca encontraría lo que buscaba, pensaba que no era tan bueno como para tener un pariente en ella. En esa librería solo se encontraban clásicos muy famosos y eran pocos los libros que alcanzaban ser vendidos en esta. Al llegar al lugar pudo conocer por que era tan famosa aquella librería. Todo parecía ser perfecto; los anaqueles, las vitrinas, los empleados y hasta los clientes parecían que formaban parte de ella.

Un suspiro salio de su adentro al contemplar la realidad de aquel momento. Estaba tan impresionado que al escuchar la voz tan dulce que le decía: “Hola buscas algún libro en particular,” se quedo pasmado sin saber que decir. No podía creer lo que veía. Una hermosa poesía le estaba hablando a él.

Mi nombre es Alondra y soy la encargada. Si hay algo en lo que te pueda ayudar solo dilo.

Hubo Una Vez aun no salía de su letargo. Estaré soñando, pensó.

- Pareces algo confundido, ¿como te llamas?

Mi nombre es Hubo Una Vez, le respondió al salir de aquel aprisionamiento que retardaba su mente.

Un placer. Ya sabes, estaré por aquí si me necesitas, le respondió Alondra mientras una sonrisa brotaba de sus labios. Entonces Hubo una Vez recordó aquel pensamiento;

“Si me pierdo en el camino de regreso a tu entorno, pues mis pies descalzos ya no encuentran tierra firme que pisar. Me llevaría de seguro hasta ti, aquellos ojos que decían que me amaban y tu sonrisa que me dice a voces vuelve a mi.”

No lo puedo creer. No dijo nada sobre mi nombre. Será que nunca escuchó hablar de mí, o será que ella no es como los demás. Hubo Una vez quedó fascinado con Alondra de tal manera que se le olvidó su afán de encontrar de quien era aquella extraña firma que llevaba en sus páginas.

Muchos pensamientos comenzaron a surgir en su mente que le hacían sentirse algo confundido. Entonces decidió salir de la librería para no seguir pensando en aquella hermosa poesía que en tan corto tiempo logró robarle sus sentidos, pero al llegar a la puerta se quedo paralizado al escuchar nuevamente la voz de Alondra que le decía:


“Apenas acabas de llegar y ya te vas sin siquiera leer ni un libro. No te apresures por salir de donde te encuentras, no sea que por no mirar pases por la vida a ciegas sin poder ver tu camino”.

Aquellas palabras parecían tan familiares, mas sin embargo era la primera vez que las escuchaba. Tienes razón, respondió Hubo Una Vez, pero es que nunca había conocido a alguien que hablara en la misma forma en que lo hago yo.

Eso es porque nunca habías entrado a esta librería. Aquí nos especializamos en libros de poesías. ¿Buscas alguno en particular?

Si quieres puedo recomendarte algunos muy buenos, o puedo leerte alguna de las que están escritas en mis páginas.

Eso suena bien, le respondió Hubo Una Vez, léeme una de las tuyas.

Esta bien, pero tienes que prestar atención pues son tan simples que abarcan mas los sentidos que el intelecto. Esta dice así:

Dame de tu boca tu sonrisa
sin que en tus labios se rompa el silencio
que conserva el secreto de la ira
y de el amor que se esconde en cada verso

Dame de tu voz el pretexto
de perderme en la pasión que no acaba,
que no afirma, pero que exclama,
a puro grito los sentimientos

Dame en un suspiro todo el tiempo
que nos quede por vivir en la agonía
de saber que somos tan solo la vida
que aflora en el latir de cada sueño

Que te pareció. Se que no es muy extenso, pero en su sencillez se encierra una parte de mí.

Es hermoso, le respondió Hubo Una Vez. Eres muy buena declamando, me has dejado tan impresionado que no se si la hermosura de tu poema se puede comparar con tu belleza. Gracias por esas palabras tan bonitas, eres todo un caballero. Por que no me lees algo de tus páginas, le contesto Alondra algo pasmada por el comentario de Hubo Una Vez.

Bueno lo haré solo si me prometes no burlarte de mi.
Porque habría de hacerlo. Vamos no tengas miedo de expresar lo que esta dentro de ti.

Bueno voy a leerte uno de mis favoritos.

En ese momento en que me siento abatido
Por todo aquello que no puedo evitar
El saberme extenuado me deja rendido
y busco consuelo en mi soledad

No encuentro la forma de aliviar el cansancio
De buscar nuevas fuerzas para continuar
Y en mis pulmones se achica el espacio
Que tengo en reserva para respirar

Mi mente cubierta con un manto negro
Mis ojos reflejan mi desesperación
Mis manos dormidas en el desespero
Que reina en mi cuerpo y mi corazón

Estoy en el suelo mas no estoy vencido
Pues busco las fuerzas para continuar
En otro momento estuve perdido
Hoy soy un Quijote que empezó a caminar


Oye me agrada la manera en que dices las cosas. Podrías leerme algo mas, le dijo Alondra. Y así pasaron el resto de la tarde leyendo poemas y pensamientos hasta que llegó la hora de cerrar.

En verdad que el tiempo vuela cuando se está en grata compañía. Fue un placer conocerte Hubo Una Ves. Gracias Alondra el placer ha sido todo mío, le respondió Hubo Una Ves.


Esa noche en su casa Hubo Una Ves no paraba de pensar en aquel extraño encuentro con Alondra. Aquella hermosa poesía había acaparado su pensamiento de forma tal que decidió sentarse a escribir. Fueron muchas las palabras que brotaron en su mente, pero todas ellas de una forma u otra llevaban plasmado como una firma el nombre de Alondra.

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