Con Tus Propias Manos

Como se pierde el tiempo en reuniones en donde todos creen saber la solución a los problemas, pero nadie hace nada por resolverlos. Viven en la misma rutina mensual y semanal: domingo a la iglesia, miércoles a la reunión. Comentan, hablan de tiempos mejores, de cómo se supone que las cosas se hagan y pongámosle un pero a cada idea nueva que nos saque de la misma rutina. Llevan años haciendo lo mismo y los resultados no son buenos; ¿cuándo se darán cuenta que lo que están haciendo no funciona?

Un equipo ganador no se trata de grandes ideas de sus líderes o de conocimientos de cómo hacer tal o cual cosa. Un equipo ganador se forma cuando tienes personas dispuestas a hacer lo que hay que hacer sin importar si se va mas allá de lo establecido por generaciones pasadas. Un equipo ganador se forma cuando cada integrante de ese equipo está dispuesto a dar el ejemplo en todo momento, olvidarse del librito rojo y hacer las cosas como Dios quiere que se hagan. Las normas y reglas están ahí para servirnos de guía y no para limitarnos en lo que podemos hacer para ayudar a otros a salir adelante. A Jesús lo criticaban por sanar enfermos en el día de reposo, ¿te vas a quedar con las manos atadas el día de reposo si un hermano te necesita?

Es muy fácil sentarse a evaluar el trabajo de los demás midiendo cantidades o asistencia y olvidarse de la parte emocional y espiritual que todo individuo posee.

Si algo he aprendido en mi corto caminar por la vida es que lo que no funciona, se cambia o se desecha. No puede haber progreso sin hacer cambios o modificaciones. No puede haber mejorías sin sanar las heridas y dejar a un lado el orgullo, la vanidad y sobre todo la comodidad.

Si quieres hacer de tu equipo un equipo ganador, primero tienes que fortalecerlo en lo personal, emocional y en lo espiritual. Si llenas las necesidades de cada individuo hasta la saciedad y mantienes el ritmo de trabajo, eventualmente tienes un equipo exitoso.

Hagan la prueba, no le teman al cambio. Si llevas mucho tiempo haciendo lo mismo y las cosas siguen empeorando, tienes dos opciones; o te quejas mensualmente en las reuniones y dices como es que se deben hacer las cosas y no haces nada, o te amarras bien los zapatos, sales a caminar y haces lo que hay que hacer, pero con tus propias manos.

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