Pensando en los demás

Pensando En Los Demás

Sentado al lado de su cama mirándolo tan solo respirar. Viendo como abre sus ojos para intercambiar unas palabras, tomarse sus medicamentos, darse una terapia, o solo para  asegurarse de que todavía sigue aquí. Se me nubla la vista y no puedo pensar en nada más que no sea en que: una persona que ayudó tanto a otros, que le dio lo mejor de él a sus hijos y que ha sido un hombre ejemplar, tiene que tener un lugar asegurado en el plan perfecto de nuestro Padre Celestial.

Como quisiera poder levantarlo de su cama, sentarme con él a jugar domino o a escucharlo hablar de sus tiempos de infancia junto a sus hermanos y hermanas. Ahora ya poco queda de aquel apasionado guerrero que nunca decía que no a cualquier reto o desafío.

Mientras lo miro ahí postrado en su cama, viendo como la vida terrenal se va alejando de su cuerpo, vienen a mi mente miles de gratos recuerdos. Cientos de anécdotas en donde me tuvo que enseñar cómo vivir la vida y montones de veces en las que por no hacerle caso en líos me metí. Solo quisiera poder hablarle con dulzura y decirle cuanto lo amo, cuanto lo admiro, pero ya sus oídos no escuchan las palabras, ya casi ni entiende lo que se le habla, pero algo me dice que sabe con certeza cuanto lo amamos aquellos que tuvimos la dicha de conocerlo. Yo tuve la gran bendición de tenerlo como padre, de poder correr, de jugar, de reír, llorar y vivir toda una vida a su lado. Gracias Dios, porque me regalaste un verdadero tesoro.

En todos los 48 años que tengo de vida no he conocido un solo ser humano que no se alegrara de verlo y que no sintiera un gran agradecimiento por las muchas veces que ayudó a otros aun casi sin poder. Pero sigo aquí sentado viendo como lentamente se va apagando tu estrella, como poco a poco me voy quedando sin tu mano amiga, sin tus consejos, sin tu sabiduría, sin tu presencia.
Aunque sé que mientras yo viva tu estarás conmigo, pues te llevo en mi interior. Estas en mis pensamientos. Me formaron tus palabras, me labraron tus consejos. Me moldearon nuestras diferencias, me hicieron crecer tus recuerdos.

Como quisiera saber que pasa por tu mente en estos momentos, tal vez podría usar tus pensamientos para el día que me toque a mi estar en esa posición y poder darle a mi hijo un poco más de lo que tú me has dado a mí. Como quisiera poder calmar tu angustia de saberte cada día más cerca de cumplir tu misión aquí en la vida terrenal. Imagino que en tus oraciones estaremos todos los que aquí nos quedamos, pues así eres tú, así siempre has vivido y así siempre te recordaré y siempre vivirás en mí; “Siempre pensando en los demás”.

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