En el último escalón

Cuando tus naves se han quemado y tú has sido dejado rendido en el suelo. Cuando el calor del desierto ha quemado tu piel y no hay sombra que cobije tu cuerpo, ni hay viento que sople a tu alrededor. Cuando estás tan abajo que no hay forma de bajar más, sonríe, respira y siéntete vivo; porque ya no hay más lugar a donde ir que no sea hacia arriba. Da gracias de que aun te queda un soplo de vida para contarle al mundo tu historia, para hablarle a otros sobre cómo no deben hacer las cosas.

La ventaja de haber caído en lo más hondo es que aun cuando el viaje será difícil; será hacia la cima. No habrá otro lugar a donde ir, así que no te desanimes, pues es tiempo de triunfar. Solo concéntrate en ponerte de pie, dar un paso a la vez y pensar bien las cosas. Aprende de tus errores y no te permitas descansar hasta que hallas dado ese primer paso en ruta hacia la cima. Veras como tus pies te guían, ya ellos conocen bien el camino.

Así que si estás bien abajo, en el último peldaño, levanta la mirada, deja que el sol te de en la cara y siente nuevamente su calor. Sacude el polvo de tu cuerpo, lava tus manos y tu rostro y no pares de andar, pues ya todo lo que viene va a ser siempre mejor.

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